Por Catalina Pazmiño y Jorge Albán
Hacia la meta de una casa propia
El Banco del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social participó como invitado en la XX edición de la Feria de la Vivienda Hábitat, que se llevó a cabo del 15 al 20 de septiembre en el Centro de Exposiciones Simón Bolívar de Guayaquil.
Este evento, catalogado como uno de los más prestigiosos en el sector de bienes raíces ecuatoriano, sirvió como plataforma para que decenas de empresas expusieran sus ofertas de vivienda y beneficios. El Biess, como parte de este evento por tercer año consecutivo, cumplió sus espectativas al recibir cerca de 2.050 visitantes en su oficina móvil.
Uno de los asistentes fue Jonathan La Mota Pérez, quien llegó con su tía y su sobrina con la curiosidad y nerviosismo de saber si alcanzaba a cumplir con los requisitos necesarios para acceder a un crédito de vivienda del Biess y así poder adquirir su casa propia.
Jonathan se visualiza como el estereotipo de hombre trabajador ecuatoriano que no gusta de hablar mucho ni brindar mayores detalles sobre su vida. Para él es suficiente decir que, aunque no le ha ido tan mal arrendando, prefiere darle un techo propio a su mujer y sus dos hijos. Un departamento en el norte de Guayaquil, con tres dormitorios -dice él- serían suficientes para iniciar su nueva vida.
Pese a no tener claro cuál es la vivienda que desea comprar, piensa que podría adquirir un inmueble de hasta 44 mil dólares. Jhonatan sabe que con un poco de esfuerzo puede destinar el mismo dinero que gasta mensualmente en arriendo e invertir para en propio hogar con tres dormitorios, como siempre lo ha soñado.
Desde el 2005, Jonathan trabaja en la Jefatura Comercial de la Corporación Nacional de Electricidad (CNEL), por lo que está seguro de cumplir con las 36 aportaciones al IESS requeridas para acceder a un crédito de vivienda del Biess.
Sin embargo mantiene cierta reserva al hablar de sus ingresos y señala únicamente que q gana más del básico. Su pareja, María Andaluz es ama de casa, lo que lo convierte en la cabeza financiera de su hogar. Sus hijos, por otro lado, aún no tienen edad para ir a la escuela y acompañan a su madre.
Cuando Jonathan buscó el stand del Banco, acudió a la Feria Hábitat ya que deseaba informarse sobre el monto al que puede acceder para financiar su casa propia. No fue difícil localizar los 60 m2 que conforman la infraestructura montada a manera de oficina móvil, la cual durante los 5 días de expocisiones en la Feria intentó brindar la mejor calidad en logística, comodidad y servicio a través de los asesores de la entidad.
Tomó un turno y se sentó en la sección de espera. Transcurrieron aproximadamente dos minutos y el panel digital marcó su número.
Al acercarse al punto de atención, María de Lourdes Villacreses, asesora al cliente del Banco, le pidió su nombre y número de cédula para realizar la precalificación de su crédito y en forma casi inmediata le informó que podía acceder a un préstamo de USD 29.900, cifra determinada de acuerdo a sus ingresos y egresos.
Aunque todavía no decide que va a comprar, su meta es clara: ahorrar la entrada del 10% de una casa y financiar el valor restante con el crédito del Biess para de esta manera cumplir uno de sus sueños más importantes: tener una vivienda propia.
El doble golpe de suerte para un jubilado
El Banco del IESS no solo trabaja a nivel de créditos. También apoya con su financiamiento al desarrollo de proyectos inmobiliarios que contribuyen a disminuir el déficit de vivienda en el Ecuador.
Entre ellos se encuentra el proyecto Oporto, localizado en el km 21 via a la Costa en la parroquia Tarqui, provincia del Guayas. Un sector donde vegetación silvestre y zonas de pastoreo confluyen con nuevos centros comerciales y urbanizaciones cerradas con amplios portones frontales que marcan la construcción de un nuevo hito urbanístico.
Aunque el proyecto de 400 soluciones habitacionales aún no ha concluido, hay una decena de casas habitadas dentro de Oporto. En una de ellas encontramos a Segundo Saravia, un hombre jubilado quien trabajó como funcionario judicial en el Consejo de la Judicatura por más de 32 años. Su cabello negro y tez morena hacen difícil calcular que tiene 70 años de edad.
Habla con claridad y lucidez. Por momentos mantiene agarrado su muñeca derecha para disminuir un ligero temblor que le produce el principio de Alzhéimer que le diagnosticaron hace algunos años. Ocasionalmente su memoria falla en información puntual como el nombre de su hijo o su edad, momentos en que su esposa Francisca Gavilánez, está a su lado para ayudarle a recordar.
Francisca es ama de casa y ha aportado con esa función durante los 22 años de matrimonio. Ella y su esposo viven con sus dos hijos, quienes estudian en la Universidad Católica de Guayaquil, y precisamente por ellos es que sienten la tranquilidad de saber que cuando ellos ya no estén más aquí, Diana y Omar quedarán en su casa propia.
Por muchos años Segundo y Francisca arrendaron un departamento en el centro de Guayaquil, más precisamente en el barrio Garay, ubicado en la parte de atrás del colegio Vicente Rocafuerte. Sin embargo, al conocer del proyecto Oporto, decidieron canjear la comodidad que durante años había representado el vivir en el centro de Guayaquil, por la seguridad de invertir en su casa propia.
Aunque fue una decisión difícil, un golpe de suerte animó a esta familia por el cambio. Mientras Segundo todavía trabajaba en la judicatura, aportaron 5 mil dólares de entrada y así empezaron a pagar los 300 dólares mensuales de cuota por su vivienda.
En diciembre de 2012, durante una rifa navideña del lugar donde trabajaba fue el ganador de un auto que ahora lo muestra con orgullo; principalmente al lucir los sellos del equipo de fútbol de su corazón. Gracias a este auto azul es que la familia tomó la decisión de trasladarse a su nueva casa, su casa propia. Aunque se encuentra la distancia había dejado de ser un impedimento gracias a su nuevo y flamante medio de transporte.
Con este presagio de suerte, Segundo decidió dejar de pagar las mensualidades y usar el dinero que le dieron como incentivo de jubilación para pagar de contado los 42.000 que costaba la vivienda propia.
A pesar de aún estár gestionando sus escrituras, Segundo y Francisca tienen la certeza que la casa de dos pisos en la que viven es completamente suya. Han decorado cada uno de los puntos de la vivienda a su gusto. En el piso de la entrada bajo el portón ubicaron brillosas baldosas cafés que contrastan con las paredes blancas de la vivienda.
En una esquina el Divino Niño, que posa sobre una pequeña pileta de agua, les da sus bendiciones cuando entran y salen de su villa. La casa es bastante amplia; en el patio posterior, Segundo colocó una parrilla para sus reuniones entre familia y hasta una silla-columpio que hace más acojedora su casa.
Mantienen aún los muebles antiguos en su sala, comedor y detalles como fotografías, libros e incluso un perro de peluche que apelan a su historia familiar. En el piso superior se encuentran los tres dormitorios en donde aún mantienen cortinas improvisadas.
Se están acostumbrando al sector. Aún no les instalan una línea telefónica fija y su internet es limitado; sin embargo, saben que ahora su familia cuenta con un patrimonio en un sector que promete ser uno de los de mayor desarrollo del Puerto Principal. Tienen que caminar un poco para hacer las compras, pero este se convierte en un detalle mínimo cuando ven su casa erguida sobre una ciudadela cerrada y de muy buena pinta.
La esperanza de una comunidad anclada al Banco del IESS
Para llegar al sector denominado María Auxiliadoa es necesario viajar una hora aproximadamente por la carretera que lleva de Guayaquil al cantón Isidro Ayora. Llegando a esta localidad, hay que girar por el lado izquierdo del redondel, tomando la vía a Manbí hasta llegar a la parroquia Aguas Blancas. Aquí se encuentra el proyecto financiado por el Biess: “Las Asturianas”, que se erige aproximadamente a 500 metros de la vía principal.
El proyecto que prevé la construcción de 300 villas se encuentra en su etapa inicial, aún así el pasiaje ya está cambiando.
En este sector el abandono es evidente, las calles de tierra, y las casas de bloque construidas en el sector son el testimonio de la realidad que viven estos compatriotas. La mayor parte de estas cubren sus ventanas con una sábana a modo de cortina.
La fuente de trabajo de los habitantes de María Auxiliadora es una fábrica avícola que se encuentra en las inmediaciones, sin embargo, debido a la falta de trabajo, muchos lugareños tienen la necesidad de ir a otros sectores para sustentar a sus familias.
A unos escasos metros del proyecto está la casita de Olmedo Pizo. El hombre de 35 años de ojos tristes y mirada cansada nos muestra su hogar desde su ventana e indica que no tiene medidor. Tiene luz gracias al cableado que se extiende desde la carretera principal, El agua les llega por tubería pero no es potable y no cuentan con alcantarillado ni vías asfaltadas.
Olmedo está casado con Emma. Tienen 4 hijos que andan entre los 3 y 10 años de edad: Jean Paul, Estéfano, Doménica y Olmedo. Viaja periódicamente hasta Guayaquil para realizar su trabajo independiente como electricista. No tiene un ingreso fijo, ni está afiliado a la seguridad social, por lo que sabe que es difícil adquirir una de las casas del proyecto.
No obstante, su optimismo e ilusión por el desarrollo de su barrio es evidente ya que reconoce “que significará un gran desarrollo para la comunidad”. Está seguro que la infraestructura de los servicios básicos que se implementen en el proyecto Asturianas, abrirá la posibilidad que los mismos se extiendan a las casas aledañas.
El crecimiento urbanístico en la provincia del Guayas continúa. Los sectores considerados anteriormente marginados por su ubicación rural, ahora también se desarrollan al ritmo de la urbe. Proyectos como el de las “Asturianas” permiten que las distancias de desarrollo y acceso a servicios básicos se acorten, no solo para quienes algún día comprarán esos inmuebles sino también para la comunidad que los rodea.
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