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Los jubilados acceden a la renovación de sus quirografarios

Los jubilados que deseen renovar un crédito quirografario pueden gestionar su trámite del 1 al 3 y del 23 al 26 de cada mes, ya sea a través de la página web www.biess.fin.ec o en cualquier punto de atención al cliente en el país.

La renovación puede ser solicitada al cumplir con el 50% del pago en dividendos y tiempo del crédito. El monto dependerá de la capacidad de pago del jubilado, establecida por la pensión unificada mensual por concepto de jubilación.

María Claver Santa Cruz, de 76 años, es una de las jubiladas interesadas en acceder a este servicio. Su cabello gris, caminar lento y contextura pequeña permite identificarla inmediatamente dentro del grupo de personas de la tercera edad.

Llegó sola desde el Comité del Pueblo a las oficinas del edificio matriz del Biess en Quito.

Conoce que el trámite lo puede hacer por internet; pero no sabe usar el computador. No quiere pedir ayuda a sus hijos y nietos. Prefiere mantener la privacidad de sus finanzas. “El trámite lo hago sola, tengo mi plata y hago con él, lo que puedo.”

A menos de 5 minutos de haber llegado, la pantalla marca su turno y se acerca a la ventanilla seis.

Al salir del módulo de atención, el rostro de María está marcado por una sonrisa. Su crédito de 500 dólares fue renovado. Tan solo necesitó su número de cédula y clave de historia laboral. La funcionaria del Biess, que le asesoró, le informó que la transferencia se realizará a su cuenta de ahorros en un periodo de 72 horas.

La situación económica y familiar de María no es fácil. Aunque su esposo también es jubilado sus necesidades son grandes.  “Ahorita no tenía ni para la comida” señala. 

Quiere comprar el uniforme  del colegio de su nieta que cuesta 120 dólares.  Su hijo no puede responsabilizarse de este gasto ya que tiene un tumor en la cabeza y está hospitalizado.

María es de Latacunga. Trabajó  por más de 30 como empleada  doméstica para una misma familia en Quito. No sabe cuántos años estuvo afiliada a la seguridad social. Dice que perdió mucho tiempo porque las personas con las que trabajaba eran como su propia familia y no quería exigir ese derecho por el aprecio que les tenía.

“La señora me daba de vestir, me daba de comer, me daba para mis hijos, para mi casa. No me parecía exigirle”.

Un día su empleador la llevó al seguro y la afilió. No recuerda exactamente desde cuándo, pero sí que mensualmente le daba diez dólares para que ella misma realizara el pago del seguro.

Hace más de 10 años se jubiló. No está segura cuántas veces ha solicitado un quirografario pero reconoce que es una ventaja para ella y su familia tener acceso al mismo.


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